Manteca de cacao para el cuerpo y el alma
Cuidado natural y ritual con intención
Cuando pensamos en cacao, lo primero que nos viene a la mente es una bebida caliente, tal vez un postre, tal vez una ceremonia. Pero hay un tesoro silencioso que esta planta guarda en su interior: su manteca.
La manteca de cacao no solo se come, también se siente. Es ese tipo de medicina que se aplica sobre la piel con la misma intención con la que se bebe en una ceremonia: para cuidarnos, para volver al cuerpo, para recordar lo que somos.
Se obtiene de la parte más grasa del grano, prensada con cuidado, sin refinar, sin quitarle su alma. Y cuando es manteca de cacao ceremonial —como la nuestra—, conserva toda su fuerza ancestral, su aroma suave y su textura viva.
Aplicarla en el cuerpo es un acto de conexión. Se derrite con el calor de las manos y se convierte en un bálsamo que hidrata, regenera y calma. No lleva perfume, ni conservantes. Solo el aroma sutil del cacao verdadero.
Podés usarla como crema diaria, en zonas resecas, en tus labios, como hidratante facial o incluso como parte de un ritual. Hay quienes la aplican antes de meditar. Otras personas la usan después de la ducha, como si fuera una caricia para cerrar el día.
En Sumay la ofrecemos en bloques sólidos, como se ha hecho siempre: sin intervenir, sin alterar, solo con el deseo de acompañarte. La traemos directamente desde comunidades de Perú y Ecuador que conocen, cuidan y honran esta planta.
Porque la manteca de cacao no es solo cosmética. Es presencia. Es tacto. Es un recordatorio de que podemos cuidarnos con lo más puro, lo más natural, lo más esencial.